18 junio 2013

Los desayunos de la radio



Desde hace décadas, las mañanas creen hacerse más amenas con programas radiofónicos variados de emisoras musicales de melodías facilonas. Bromas pesadas, tanteos a la pareja para estar seguros y seguras de que no nos la va a pegar; o para forzar a que lo haga y acabar a base de echar balones fuera, con una relación sin futuro.

Lo último que podemos escuchar en cadena 100 es una sección celestina en la que alguien llama diciendo que siente atracción por otra persona y que le gustaría quedar con ella. Los presentadores del programa (chico y chica) llaman a Melibea o Calisto y le hacen la pregunta del antiguo primero de BUP: ¿quieres salir con…?

¿Está todo preparado o de verdad alguien es capaz de llamar e iniciar una relación completamente pública, expuesta a un rechazo en las ondas?

Las redes sociales han aireado detalles de la vida de muchas personas que nos eran, y son, completamente indiferentes. Quizá no sea más que una copia barata y sin sentido de las estupideces varias americanas que tanto nos gusta copiar, de aperturas  de cajitas con anillos horteras en partidos de baloncesto, previa puesta de rodillas; o preguntas matrimoniales con humos fétidos de avionetas que en su tiempo libre fertilizan los campos, o viceversa.

¿Por qué esa sobrexposición pública para ser felices? ¿Necesitamos reafirmar ante los demás, antes que ante nosotros mismos, que tenemos éxito? ¿qué las cosas nos van bien, mejor que al resto? Me atrevería a decir que el 80% de los mensajes y fotos de Facebook no nos aportan nada, aunque quizá me quede corta. Con razón los programas de cotilleo están en horas bajas: las redes sociales los han desbancado.

1 comentario:

Unknown dijo...

El hombre es un contenedor de sangre y vísceras, materia en sucesiva definición y descomposición, que necesita conectarse de forma constante con otro, y así, ya sea virtual como físicamente, completar un ciclo: el llamado proceso social. No creo que publicar cuatro fotos y engreír de moreno playero mientras te lanzan cuatro halagos tontos vaya más allá de ser una particularidad de este proceso. Así que me parece injusto que se dibuje de esta forma actitudes tan ''naturales'' que, a pesar de llevarse en un medio artificial, tienen mucho de piel. Las miserias de la vanidad humana tienen un lado emocional que me parece muy necesario y nada perjudicial, en principio. Teniendo esto claro uno decide lo que quiere exponer de su intimidad y delimita el terreno de su fuerza de carácter. Personalmente no tengo cuenta en una red social ni cuelgo fotos mías en otro lugar que no sea mi habitación, pero comprendo el ardor que mueve a esas peculiares cajeras de supermercado/peluqueras/teleoperadoras de extrarradio a publicar esas fotos picantes que se hacen apuntando la cámara frente al espejo. Y la goma del tanga que asoma asustada mientras presiona sus glúteos por encima del short desgastado. Oh. Digno de un museo, uno bueno, con tramolla, como el de Cuenca. El mismo día que escribiste esta entrada me circuncidaban, también fue un drama. Pensé en escribir una entrada de blog, pero no recuerdo la contraseña del que tuve, por eso te lo cuento a ti, para que propagues la noticia al mundo.