¿Eres de esas personas que son capaces de comer un rollito de primavera sin que se les esparza por el plato el contenido; o por el contrario perteneces a esa clase que al terminar y ver su plato parece que ha protagonizado una carnicería de verduras?
Ya lo dice mucha gente, comer es un arte, pero saber comer, más.
¿cómo es posible que mientras tu compañero de mesa sea capaz de partir su pastel de hojaldre con espinacas, cebolla caramelizada y queso de cabra poco a poco, con perfección, al modo de un cirujano; mientras tú te debates entre ser un matasanos o directamente un enterrador y no sólo has convertido el plato en una deconstrucción cubista, sino que has ido más allá y el arte ha traspasado la frontera que le correspondía y se ha esparcido por la mesa, la servilleta, el vaso de agua, e incluso tu camisa.
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